Cómo gestionar las «partes interesadas difíciles» en la celebración familiar
La época navideña no sólo nos trae galletas, regalos y luces parpadeantes, sino también el reto de sentar a la mesa a nuestras familias y, por tanto, a un gran número de interesados.
Y si somos sinceros, la cena de Navidad bien podría ser un proyecto de gran envergadura: hay un presupuesto fijo, que por supuesto suele ser demasiado ajustado, plazos estrictos porque la comida tiene que estar en la mesa a tiempo, y una colorida mezcla de participantes con intereses y caracteres completamente diferentes. La cosa se pone especialmente delicada cuando los miembros difíciles de la familia -perdón, las partes interesadas- amenazan los armoniosos procedimientos con sus idiosincrasias. Pero, ¡no te preocupes! Con estos consejos llenos de humor, inspirados en las mejores estrategias de gestión de proyectos, podrás navegar con seguridad por los campos minados de las fiestas.
1. el tío sabelotodo o el microgestor
Quién no lo conoce: el tío que simplemente lo sabe todo mejor. Ya sea sobre la educación de los hijos, la última tecnología o la cocina, este tío siempre tiene que dar su opinión o presumir de sus conocimientos. Afirmaciones como «Bueno, yo habría condimentado el asado de otra manera» o «¿Sabías que el 73% de la gente prefiere las patas de ganso?» están a la orden del día con él.
El problema: él lo sabe todo mejor, o al menos eso cree. El tío sabelotodo quiere opinar en todas las decisiones. Por desgracia, no quiere asumir responsabilidades y, por ejemplo, preparar él mismo la cena de Navidad.
La estrategia:
- Implicación en cosas pequeñas: Puede ser útil asignar al sabelotodo una tarea en la que pueda poner en práctica su «pericia», pero que en última instancia no desempeñe un papel decisivo. Por ejemplo: «¿Podrías doblar las servilletas? Eso requiere ojo para los detalles».
- Desarma los datos: Con un poco de humor, ingenio o una buena preparación, puedes desarmar fácilmente al sabelotodo, sobre todo si cita estadísticas, por ejemplo con: «¡Tío Klaus, el 100% de los estudios demuestran que este pudin sabe muy bien!».
2. la tía curiosa o la interesada sin límites
La tía entrometida también interfiere en todo. Sin embargo, suele hacerlo haciendo preguntas entrometidas y críticas que en realidad no le conciernen, no contribuyen al tema o son extremadamente desagradables. Con preguntas como «¿Cuándo te vas a casar y cuándo vas a tener hijos? No vas a rejuvenecer, ¿verdad?» o «¿Por qué no comes postre? ¿Estás a dieta?», puede poner a cualquiera contra la pared y estropear la Navidad a una o dos personas.
El problema: la tía entrometida no tiene miedo al contacto y hace preguntas que en gestión de proyectos se denominarían «ampliación del alcance»: amplía constantemente el enfoque y, por tanto, causa malestar y dificultades.
La estrategia:
- Pon límites de forma amistosa: Responde con encanto pero con firmeza. «Tía Gerda, ahora estoy trabajando en un proyecto realmente apasionante, ¡pero no te lo diré hasta el año que viene!».
- Redirige: Redirige su curiosidad. A menudo, la tía curiosa también siente curiosidad por su propia vida. Esto significa que tiene mucho que contar sobre sus propios planes o historias. Así que no dudes en preguntarle qué está planeando o pregúntale por acontecimientos pasados interesantes. Por si fuera poco: seguro que la tía curiosa sabe mucho sobre sus vecinos.
3. el cuñado crítico o la parte interesada regañona
Realmente no puedes complacer al cuñado crítico. Le encuentra defectos a todo, pero realmente a todo. Por eso le gusta comentar la cena de Navidad con afirmaciones como «¿Por qué no hay aquí una alternativa vegana?» o «Bueno, en mi familia hacemos las cosas de forma muy diferente».
El problema: no parece gustarle nada y critica sin ser constructivo. Su lema: «Siempre podría ser mejor».
La estrategia:
- Quítate las críticas de la boca antes de tiempo: ¿Por qué no empezar la cena de Navidad con una introducción humorística, como: «Y antes de que nadie pregunte: no, el ganso no es certificado ecológico, ¡pero sigue sabiendo muy bien!».
- Ofrece participación: Pídeles sus sugerencias con antelación. Las personas que asumen responsabilidades son menos propensas a refunfuñar. Puede que incluso esté encantado de traer su famoso guiso vegano.
4. el primo demasiado comprometido o el interesado con demasiada energía
En realidad, el primo demasiado comprometido sólo tiene buenas intenciones. Está entusiasmado con tu proyecto de «fiesta de Navidad» y quiere ayudar a que sea un éxito. Sin embargo, como no pregunta necesariamente de antemano, puede estropear las cosas o ser un poco pesado cuando dice algo como: «¡He traído un juego nuevo al que tenemos que jugar todos!» o «Cantemos unas cuantas canciones de Navidad más, ¡he impreso las letras para todos!».
El problema: el primo sobrecomprometido tiene la energía de un scrum master, pero ningún sentido del ritmo del equipo o de la planificación real. Su entusiasmo puede volverse rápidamente agotador si tienes que seguir frenándole o decepcionándole.
La estrategia:
- Participación específica: También en este caso, ayuda dar al primo una tarea que canalice su energía sin sobrecargar al resto. Sin embargo, como tiene mucha energía y aún más creatividad, puede ser una tarea un poco más exigente. Por ejemplo: «¿Podrías mantener ocupados a los niños mientras nos ocupamos de la comida?». De ese modo, el primo puede preparar juegos para los pequeños o corretear por el jardín con ellos y tú puedes ocuparte de todo lo demás.
- Amortiguación humorística: Si aun así se pasa de la raya, frena encantadoramente al primo demasiado entusiasta: «Max, guardaremos tu gran idea para Nochevieja, ¡es nuestro gran evento!».
5 El abuelo silencioso o la parte interesada difícil de alcanzar
Casi todas las familias lo conocen también: el abuelo callado que se caracteriza por decir lo menos posible. Cuando se le aborda directamente, rompe su silencio con frases como «Oh, haz lo que te parezca».
El problema: se sienta a la mesa y apenas dice nada. Pero si le ignoras, enseguida tienes la sensación de que está sufriendo en silencio o de que puede sentirse excluido. Esto convierte toda la Nochebuena en un difícil acto de equilibrismo.
La estrategia:
- Enfoque directo: Es difícil implicar conscientemente al abuelo silencioso, porque si se siente presionado, no dirá nada. Por tanto, intenta dirigirte a él con suavidad pero directamente, por ejemplo «Tío Karl, siempre tienes muy buenas ideas, ¿se te ocurre un buen postre?».
- Delega pequeñas tareas: Pídele que te ayude con algo sencillo para que se sienta implicado sin sentirse abrumado. Quizá pueda cortar el ganso de Navidad o algo similar.
6 El niño regañón o la parte interesada en crisis
El niño quejica enloquece rápidamente a todos los presentes. Espera que todo salga como él quiere y es difícil contradecirle, sobre todo cuando coge una rabieta «¡Pero si quiero abrir el regalo ahora mismo!» o «¿Por qué no puedo comer pudin? QUIERO PUDDING!» son frases típicas de este pequeño interesado.
El problema es que el niño gruñón es la parte interesada que espera resultados inmediatos, independientemente del plan o de los demás participantes. Ceder ante él puede significar inicialmente paz y tranquilidad, pero puede desbaratar todo el plan.
La estrategia:
- Solución de escalada rápida: Si el niño está lloriqueando, necesitas una medida rápida e inmediata para desactivar la crisis actual y calmarlo. Un pequeño tentempié o una breve distracción pueden hacer maravillas. ¿Quizá el primo demasiado entusiasta tiene un plan B?
- Establece límites: Especialmente si no eres el padre o la madre del niño quejica, puede resultar complicado establecer límites para él. Sin embargo, si la fiesta tiene lugar en tu casa, por ejemplo, puedes dejar claro de forma amistosa pero firme que deben respetarse ciertas normas.
- Ofrece participación: También puedes dejar que el niño ayude a poner la mesa u otras tareas sencillas. Esto fomenta la sensación de formar parte del «proyecto» y, con algún elogio por su gran trabajo, seguro que el niño estará encantado de volver a echar una mano en la próxima fiesta.
7. la abuela insatisfecha o la parte interesada que no entiende el panorama general
También existe esta parte interesada en la mayoría de las celebraciones familiares: la abuela, que simplemente está demasiado apegada a viejas tradiciones que, o bien carecen de importancia para todos los demás, o simplemente ya no pueden llevarse a cabo de esta manera. Frases como «¡Pero si antes lo hacíamos muy diferente!» o «¿Por qué no hay galletas de Navidad caseras? Eso era una tradición!» se oyen a menudo en boca de este tipo de interesados.
El problema: la abuela está apegada a las viejas tradiciones y le cuesta aceptar nuevas ideas. Ve el enfoque moderno como una amenaza para la «visión de conjunto»: la Nochebuena perfecta que ella imaginó, pero que puede no ser tan perfecta para todos los demás.
La estrategia:
- Preserva la tradición: Incorpora al menos una de sus tradiciones más queridas. «Abuela, tus pasteles de Navidad caseros hacen que nuestra fiesta sea completa, ¿podrías traer algunos, por favor?».
- Cambio suave: Introduce nuevos elementos gradualmente y explica por qué enriquecen la fiesta. Por ejemplo, sirve una nueva alternativa al postre tradicional para que la pruebe.
- Muestra reconocimiento: Mucho más importante que las viejas tradiciones para la abuela insatisfecha suele ser el reconocimiento que se daba en el pasado a estas mismas tradiciones. Si elogias sus esfuerzos, la abuela quedará sin duda satisfecha. «¡Abuela, gracias a ti, la Navidad siempre es algo especial!» puede, por tanto, obrar un pequeño milagro.
Conclusión
Ya sea en el mundo de la gestión de proyectos o en una celebración familiar, las partes interesadas difíciles son inevitables. Pero con una dosis de humor, estrategias claras y un toque de compostura, puedes dominar incluso las cenas y proyectos navideños más complicados. Recuerda: al final, no se trata de que todo salga perfecto, sino de pasarlo bien juntos y superar los retos con una sonrisa.
Para que tus proyectos no acaben en caos -ya sea una gran cena de Navidad o complejas tareas profesionales-, es fundamental contar con una estructura clara. Con el software de gestión de proyectos myPARM ProjectManagement, puedes controlar en todo momento los presupuestos, los plazos y la asignación de tareas. Gracias a las útiles herramientas para la gestión de las partes interesadas, la planificación de recursos y la comunicación transparente, también puedes implicar a las partes interesadas difíciles de forma específica y desactivar posibles conflictos en una fase temprana. De este modo, hasta el proyecto más difícil -o la celebración familiar más turbulenta- se convierte en un éxito previsible. Porque con el apoyo adecuado y una buena estrategia, ¡todo «proyecto navideño» puede dominarse con facilidad!
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